El Cristo





Hay cosas que no puedo soportar, una de ellas es ver las imágenes de cristo crucificado, lo detesto, me aterra de sobre manera y me hace cuestionarme sobre que mente desquiciada pretendía causar amor por ese hombre sufriente, en mi infancia desarrolle ese maldito miedo, un terror indescriptible contra el cual, por más que quisiese, no podía luchar. 

La imagen de cristo en la cruz era la más grande que estaba en el altar de mi madre, junto a otras de menor tamaño pero esa, tan realista, tan sórdida la que más resaltaba, su rostro era impresionante, horrible expresión de dolor, no llegaba a comprender como cada persona que lo veía decía que era hermoso, me parecía incoherente, pero así era, a la gente que nos visitaba les gustaba y a mi madre también, era ella la que lo limpiaba, lo rociaba siempre con agua bendita y le encendía velas a sus pies, jamás pude comprender tal admiración a la imagen de un moribundo, esa imagen que decían era gloriosa.

Paso un día, uno en el que por cosas del destino, no había podido evitar ver aquella imagen antes de irme a dormir, si bien mi cuarto quedaba cerca de la sala, pero mi casa era grande, siempre intentaba evitar la sala a toda costa, pero ese día no tuve tanta suerte, pase por la sala con mi vaso de leche en dirección a mi habitación, y allí estaba, entre la oscuridad, espectral a la luz de las velas, con su rostro, ese rostro que representaba un dolor indescriptible, me aterre como siempre, me entro pánico y mi mente dibujo en esa expresión una macabra sonrisa, unos ojos que se abrían de pronto y parecían infames, temí, temí muchísimo, corrí a mi habitación, me abalancé sobre mi cama y me arrope de pie a cabeza dejando mi vaso de leche lleno sobre la mesa de noche, cerré los ojos pero lo vi, estaba allí, los abrí y desapareció, mi vista se paseó por la habitación vacía reparando en cada esquina, sintiéndome aliviado de que aquello no fuera más que mi imaginación, me relajé y tome el vaso de leche, comencé a beberlo, aún caliente me reconfortó, sentía como calmaba mis nervios, mi mente intentó recordar todo lo entretenido que había pasado aquel día, desde el juego de futbol, hasta el acercamiento que tuve con Tamara, la niña que me gustaba <creo que por fin la conquistaría> pensé, súbitamente vino a mí la imagen del cristo y un escalofrío recorrió mi cuerpo, mis ojos no dieron crédito a lo que veían, por un momento había creído que era mi imaginación pero la leche que bebía se tornó roja y en mi mente no dejaban de repetirse la frase _Bebed mi sangre, alianza nueva y eterna- con un grito ahogado escupí la leche que se había vuelto viscosa y rojiza, tire el vaso al suelo que estallo en pedazos, el ruido atrajo a mi madre que asustada acudió deprisa a mi cuarto


_Por dios que ha ocurrido?- pregunto con una mano en el pecho

_disculpa mamá, se me calló el vaso- dije temblando de miedo

_no te preocupes- dijo ella con una sonrisa amable _yo lo limpiaré- abandono el portal de mi habitación por unos segundo y volvió con una pala y un coleto

Recogió e vaso roto y limpio la leche sobre el piso, la leche, no era sangre, la imaginación había vuelto a jugarme en contra

_tranquilo, duerme ahora, hasta mañana- se despidió mamá besando mi frente

Me había tranquilizado su presencia, pero al irse, apagar la luz y cerrar la puerta detrás de sí, me dejo con un deje de ansiedad, una angustia recorrió mi cuerpo, me acurruque en las sábanas temeroso de lo que podría ocurrir, pasaron varios minutos en los que la noche avanzaba tranquila, solo el ruido de un grillo en el jardín, el ladrido esporádico de un perro, cerré los ojos y fui quedándome dormido. Pero algo súbitamente me despertó, mi corazón dio un vuelco y quede expectante en medio de la oscuridad, mis ojos pronto pudieron adaptarse a la visión nocturna, en mi cuarto no había nada todo estaba tranquilo, resoplé  -Oh! Pero que tonto eres… deja de pensar sandeces- me dije  pero no concilié el sueño.

Me moví en la cama varias veces buscando manera de poner atención en otras cosas, pero fue imposible, terminé tomando el Atari que reposaba a mi lado, lo encendí y comencé a jugarlo, la serpiente había comenzado a comer y a hacerse cada vez más grande cuando de pronto la visión más perturbadora llego a mi mente, un ruido, algo pesado ha caído, el cristo, se bajó de la cruz, lo vi arrastrase con aquella rara sonrisa, dejando manchas de sangre por todo el piso, me aterró, grite, entonces lo vi dentro de mi cuarto, pegado de la pared, enorme, luego arrodillado junto a mi cama, mirándome, se asomaba por encima de mi Atari, era horrible aquel momento grite desesperado una y otra vez, hasta que l puerta de abrió de golpe y mi corazón dio un brinco

_ ¿Qué paso?- mi madre, entro asustada y encendió la luz, cristo se había ido

Llego a mi lado y limpio mis lágrimas _ Cristo, soñé con el mamá…soñé con el- dije entre sollozos
_Oh! Mi querido! Debió ser un sueño maravilloso- dijo

_No…horrible, el me atacaba, se reía de mí… no me gusta mamá, bótalo, por favor, bota esa cruz- grite fuera de mi

Mama se apartó de mi asustada _ ¿pero qué has dicho?- refutó
_mamá… Jesús no es bueno, es malo…- grite

_dios es amor_ dijo ella severa, salió del cuarto con paso firme y volvió con un pequeño crucifijo en la mano

_Amaras a dios por sobre todas las cosas- decía mientras me lo mostraba, -no mamá me asusta, deja eso,  déjalo por favor!- pero a pesar de mis ruegos ella seguía mostrándome el crucifijo, lloraba desconsoladamente y no sabía qué hacer, detrás de mi mamá lo volví a ver se reía de mí, de sentí con sus heridas,  sacudí mi cabeza y pensé que realmente mi cordura se había roto

_ BASTA MAMÁ!!- grite y el grito rompió mis propios tímpanos

Mamá, visiblemente asustada corrió dejándose solo en el cuarto, fui tras ella, no quería estar solo pero me cerro el camino anteponiendo la puerta

_Mamá déjame salir- suplique

_ ¡Atrás!- gritó ella, escuche como cerro con llave y por mas titánicos que fueran mis esfuerzos no logre abrir la puerta

La escuche tomar el teléfono y hablar con alguien, pasaron horas y poco después la puerta se abrió, mamá entró esta vez acompañada de un sacerdote y un grupo de mujeres que siempre asistían a la iglesia, me rodearon y oraban pero aquella situación me aterro mas

Tras de ellos, el cristo estaba caminaba de un lado a otro y un aura fantasmal lo envolvía

_No! NO! NO! ALEJENSEEE…- grite, notaba que mis gritos eran más agudos cada vez 

_QUE EL SEÑOR REPRENDA TODA PRESENCIA DE SATANAS_ dijo el sacerdote y vació sobre mi piel agua bendita

Grite desesperado, aquello no me ayudaba, quería huir, quería escapar de aquel asfixiante lugar, de pronto el ruido de yeso rompiéndose llego a la habitación, alguien salió y gritó que el cristo se había roto, se había caído y se había roto

Mi corazón volvió a estar en calma.

Historia escrita Por- Pedro Rondón - Venezuela



6 comentarios:

  1. Por eso odio ir a la iglesia

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  2. para amar a Dios no es necesario tener imagenes que pasan a ser solo un yeso hay no hay nada... Dios es trasparente porque siempre esta con nosotros pero no lo vemos.. muchas de esas imagenes dan miedo porque solo reflejan dolor..

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  3. No me gustan las imagenes para nada...mi hijo se aterra cuando ve en la casa de alguien esas imagenes..no me gustan..

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  4. Jesus no es un yeso con expresion de moribundo, Jesus resucito esta VIVO, deberíamos de recordar eso siempre, no su cara de sufrimiento

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  5. ME IMAGINE Q EL NIÑO ESTABA POSEIDO

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