Hola, tengo 50 años, me llamo Luis, vivo en los edificios Balaston 3,
soltero, sin hijo, sin padres, sin familia, vivo en Caracas-Venezuela.
Hace unos dieciséis o diecisiete años una pareja se mudo al tercer piso
del departamento de al lado, ella blanca, de ojos grises y cabello
marrón claro, de unos treinta y cinco años, él, moreno, de ojos y
cabello oscuros, de unos cuarenta y seis. Cómo se darían cuenta no son
jóvenes. Logré hablar con ellos unos dos o tres veces, la última vez que
conversamos, ella estaba embarazada, sería una niña, se llamaría
Salomé.
Agosto 15, de 1999
Observé por alguna casualidad de mi ventana el edificio de al lado,
él llegó con un bolso de muñequitos, y unos globos con mensajes
referentes la llegada de nuevo ser, ella, traía un bebé en los brazos,
esa sería Salomé.
Pasaron los meses y la niña linda de los padres vive como una
princesa. Un día la vi, sus padres iban saliendo al mismo tiempo que yo y
me detuve a saludar y verla… se parece a su madre y ya dice papá, solo
tenía ocho meses, tan linda, blanca como la leche, de cabello y ojos
oscuros.
Fue la primera vez que la vi de cerca.
Años pasaron y la oía de mi edificio llorar al no querer ir al
kinder, desde mi ventana veía a su mamá haciéndole dos colitas y dándole
cereal. Gritos desde las 3am se volvieron música a mis oídos.
Me acostumbré a la risa de esa niña, a su voz, hasta a su llanto, todo en ella era tan hermoso para tener solo cuatro años.
Llegaba a las 12pm del kinder, llegaba ansiosa a la cocina, la cual
se veía por mi ventana, con las esperanzas de encontrar su comida
favorita. Con el tiempo supe que era la pasta, y que odiaba la carne.
14 de Agosto del 2006
La niña está cumpliendo 7 años, y le han hecho una pequeña fiesta en
la casa, observo tantos niños en ese lugar, compañeros de estudios,
vecinos y familia. Salomé tiene un vestido turquesa, amo como se le ve
ese color.
Quiero llegar a felicitarla, pero sería extraño, ya que muy rara vez
salgo de la casa y nunca me ha visto, así que siempre me tengo que
ahorrar las ganas de abrazarla y más en estos días tan especiales, como
cumpleaños y navidades.
Noviembre del 2009
La niña tiene diez años. Está más flaca, más bella, la oigo pelear
con la mamá, no escucho bien el por qué, pero ella le pego, le pego a mi
niña, creo que nunca nada me había dado más dolor, la niña estaba ahí,
en el piso llorando, y yo con ganas de ir tras ella.
Octubre del 2012
La niña tiene trece años. Dicen que esta es una edad difícil. Hoy la
vi llegar con un chico, de piel morena, alto, de unos catorce años,
están los dos solos en la sala. ¿¡CÓMO LOS PADRES DEJAN QUE ESTÉ SOLA
CON UN MUCHACHO!? Dios mío, esto es imposible, alguien debe vigilarla,
verla, los chicos de ahora son demasiado alborotad… le está tocando la
pierna, qué es esto, Salomé, date a respetar, no puedo ver esto, aunque
no puedo irme de aquí, la está besando, en la boca, no entiendo, niña tu
no eras así. VETE DE ESA CASA YA MISMO!!!!!!!! Qué hace, Dios mío.
2 de febrero del 2013
Ese chico ha ido seguido a la casa, a pasarse con mi niña, me hieve
la sangre cada vez que lo veo besándola, tocándola. La niña solo tiene
trece años, está muy pequeña para todo esto, no sé cómo sus padres la
dejan estar así, yo no la dejaría, si fuese mía no la dejaría, no la
dejaría ni salir, una belleza así no se puede compartir, Dios mío, por
favor.
Ese muchacho se llama Daniel, lo sé de tantas veces que he oído a la
niña decir “Te quiero muchísimo, Daniel” que con el tiempo paso a “Te
amo Daniel”
Cada beso, cada caricia, era mortal para mí.
Esa noche fue la última vez que ese chico fue a casa de la niña.
La niña lloraba por ese idiota, lo cual fue el sonido más tétrico de
mi vida. A las 4am del 25 de febrero del 2013 la oí hablar por teléfono
con una de sus mejores amigas, Paula Albornoz para ser más exactos, ese
inútil la dejó por otra, Dios mío, esto no pasaría si ella fuese mía,
nunca le harían daño, nunca estaría mal, nunca lloraría.
Agosto 13 del 2013
La niña mañana cumplirá catorce años, y pronto pasará a tercero de
secundaria, Dios, cómo pasa el tiempo, está más hermosa que nunca, por
fin superó al tal Daniel, y no lo ha vuelto a ver más, digo, por las
conversaciones por teléfono en la madrugada que he escuchado con sus
amigas constantemente.
También se que no planea hacer nada para sus catorce, solo irán unas
amigas a su casa, Paula, María y Daniela, las de siempre, con las que
más habla, las que suelen ir a su casa.
5 de marzo del 2014.
La niña planea hacer fiesta de quince años… se verá tan hermosa, toda
una princesa, como siempre lo fue, es, y será, su vestido será
turquesa, como el de su fiesta de 7 años, pero ya no tendrá flores.
Dios, será mi hermosa quinceañera, creció tanto, tan rápido, recuerdo la
primera vez que la vi de cerca. No ha tenido otro “Noviecito” desde
ese inútil que la besaba.
Ojalá pudiera pasar ese día de quinceañera con ella.
Y bueno, quien quita, quizá si lo pueda hacer.
15 de octubre del 2014
La niña no tuvo fiesta de quince años, paso algo, el primero de agosto, 13 días antes de esa gran noche se
vino aquí conmigo, Ja, salió en los periódicos como desaparecida, pero
si ahora está mejor que nunca. A veces me complace como hombre, a veces
juega conmigo, recuperando ese tiempo perdido de cuando era más
pequeña.
La alejo de Daniel, que también está aquí, no quiero que se repita lo de hace más de un año.
No la saco a pasear, no quiero que conozca a más nadie. ¿Para qué? Sí aquí me tiene a mí, él único que necesita.
A veces se enferma, vomita sangre, la piel se le pone muy caliente y
cosas así, pero con unas plantas que tengo aquí se le pasa rápido por un
tiempo.
A veces me dice que se quiere ir con sus padres, que los extraña, que
les de razón de ellos y cosas así, pero como dicen, los quince años son
una edad difícil y empiezan a revelarse y decir cosas sin sentido, con
el tiempo se le pasará.
Estoy planeando a llevarla a un lugar mejor, que se vaya conmigo, un
lugar donde no proteste ni me niege nada, dónde sea feliz al igual que
yo, ese lugar se llama Paraíso y su presidente es Dios, él es el que me
dio la bendición de tenerla.
Hola, tengo 50 años, me llamo Luis, vivo en los edificios Balaston 3,
soltero, sin hijo, sin padres, sin familia, vivo en Caracas-Venezuela.
Pero con una niña, que adopté, que desde hace más de 15 años se volvió
mi felicidad, y un inútil de dieciséis años que aún paga el error de
haberla engañado.
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